Havia de ser el País, i havia de ser València:
Valencia no pertenece a ese género de ciudades suntuosas. Yo la adscribiría a una especie distinta: la de las ciudades silentes, tácitas. Ciudades cuyo atractivo no proviene de su inmediata hermosura, sino de una supuración lenta. Que no nos cautivan -digamos- por su anatomía, sino por su sombra. Ciudades que nos exigen un aprendizaje en el hechizo. Ciudades que muchos no llegarán nunca a percibir en su calado.
Yo amo Valencia por las mismas concretas razones por las que aman su lugar de origen quienes aman haber tenido origen, y haberlo hecho en un concreto lugar que no es ni mejor ni peor que otro, pero que es el suyo, el nuestro
Lectura imprescindible abans d'anara dormir i tenir somnis humits amb falleras nigerianes: Valencia bajo una luz perfecta.
2 comentarios:
"Valencia es de esas ciudades que va calando poco a poco en uno, y cuando lo hace, lo hace hasta los huesos... como la tiña o la rabia, como las ladillas o el dolor de huevos..." dijo el poeta, y cuando tuvo suficiente pasta, cogió un tren y se despididó de la paella y las naranjas, de las fallas y los bakalaeros y se compró un pisito en una ciudad europea de verdad.
Fragmento de "Memorias del primer valenciano que bajó de un árbol", p. 213
Valencia... ¡qué hermosa eres!
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