La sabiduría popular siempre lo ha tenido claro: o follamos todos, o la puta al río. Y ya puestos, para darle clases de natación a una puta...
En los últimos días, parece que el mundo mediático ha redescubierto con renovado entusiasmo al personaje más entreñable del imaginario local: el putero.
Figura gallarda y porte altivo, el putero ha sido y sigue siendo uno de los más manidos arquetipos masculinos que a tenido a bien crear la fertil imaginación del populacho. Envuelto en un halo mítico, al putero se lo ha identificado como a un símbolo encarnado de la independencia masculina, de la autonomía emocional y del criterio inversor, pues como todos saben, ir de putas es no sólo rentable económicamente sino sobretodo moralmente.
Ahora bien: ¿qué ocurre cuando el putero ideal se torna en carne y hueso y billetera, y los medios nos lo presentan en ese podio de ignominia que es la noticia? Pues que a menudo nos defrauda. Los seguidores de su credo, embelesados por su leyenda, cual Ícaro de bruces al suelo nos vamos al verlos allí, ante los focos, renegando, apelando a los valores tradicionales -¿acaso algo más tradicional que su manera de ser, me pregunto?-, y lo que es peor, disculpándose.
Véase un caso ejemplar: el senador por Nueva York, Eliot Spitzer, también conocido como 'el cliente nº. 9'.
El senador Spitzer, del partido demócrata, por lo visto tuvo la brillante idea de contratar los servicios de la señorita 'Kristen' -en realidad, Ashley Alexandra Dupre, de 22 añitos- a través de una exquisita casa de servicios que a partir de ahora no podrá afirmar ni máxima discreción ni nada por el estilo. En fin, el caso es que Spitzer se hizo enviar por correo certificado a Washington, donde en el día de autos se encontraba, a la tal Kristen, y allí, en un hotel de lujo y a la luz de las velas, se dejó unos 1.000 € en servicios. No se sabe no cómo ni cuándo, la noticia de la cana al aire de Spitzer saltó a la palestra pública, y ahí se acabó la que parecía prometedora carrera del senador por Nueva York. Vale, hasta aquí el tema parece incluso razonable -si razonable es cargarse a un pobre hombre que se tira a una puta con dinero de su bolsillo, y que previamente había montado una campaña pública para acabar con el mangoneo entre los magnates de Wall Street a nivel de evasión de impuestos y que había sido considerado "defensor del pueblo" por los neoyorquinos...-. Lo triste, el momento trágico del asunto viene luego: apariciones públicas con su mujer, dimisión ante las cámaras, quasi lloriqueos mientras se citan las virtudes de la vida hogareña...
¿Acaso no puede el pobre tipo, después de pagar un pastón por cepillarse a una veinteañera qe tampoco vale tanto, decir públicamente: 'sí, me he ido de putas, y qué', y decir a sus adversarios y colegas de partido que metan las narices debajo de sus sábanas, que seguro que también allí hay muchas cosas que husmear? ¿Acaso tiene sentido crucificar al pobre putero y ensalzar a la puta, en la actualidad propietaria del perfil de MySpace más visitado del planeta, la cual -pobrecilla- ha recibido ya suculentas ofertas de Penthouse y del sr. Larry Flint por posar en pelotas, para que el populacho norteamericano vea lo que nunca se podrá pagar? ¿Acaso no es un acto de hipocresía sin límites ensalzar a la esposa de Spitzer, una señora que hasta ahora no conocía nadie, y encumbrarla como si una matrona romana fuera, imagen de la dignidad y el sentido de la familia?
¡Anda ya, menos chorradas y aspavientos, hombre! ¿Que Spitzer se fue de putas?¿Y a quién más que él le importa? La puta recibió su dinero, su mujer -probablemente- ya lo sabía, y los niños... en fin, los niños hoy día ven el mundo a través de Internet, qué les vamos a contar de nuevo...
'Hola, niños. Me llamo Kristen, quería ser cantante y, no sé como, ahora chupo pollas a 1.000 € la noche... en fin, en la vida, pronto o tarde, todos descubren su talento. Besitos, Kristen. ;)'
Respecto al caso Spitzer, el asunto está claro. Harina de otro costal, y digno de mayor honra es el caso del concejal ex-popular Rodrigo de Santos.
El personaje es cuestión, defendiendo la noble figura del putero hispano, resulta que también se fue de putas -mejor dicho, de putos, porque los servicios que contrató fueron los de fornidos caballeros y no los de veinteañeras con aspiraciones a cantante y/o modelo-, pero lo hizo con fondos públicos, sumando a su loable condición la de pícaro, algo también muy nuestro. Así, de Santos se dejó la friolera de unos 50.000 € en servicios varios en locales de chapas, sustraídos de las arcas municipales desde 2005 a 2007.
Putero de chapas y ladrón, y nada de nada de lo de disculparse: con un par de huevos. ¡Ah! y además, si uno indaga un poco en el historial de de Santos, resulta que en ses Illes hace tiempo que le andan detrás por corrupción urbanística... Olé, y sin salir en la tele a decir 'lo siento, soy un pobre hombre agobiado por el trabajo que sólo quería un poco de calor en el recto...'. Mirada al frente, sonrisa terca y presunción de inocencia, que son dos días...
Endogamia Virtual: Sin perdón.
1 comentarios:
Splitzer, amigo, llama al tal Santos i que te eche un cable. Pero nunca se te ocurra darle la espalda.
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