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El panorama musical latinoamericano ha estado siempre trufado de ritmos intensos, sensuales y casi primitivos, más propios de culturas ancestrales, casi paganas. Quizás por eso, cualquier lectura musical sudamericana tenderá a imponer un filtro bailable de raíz analógica, en las antípodas del ambiente moody de Phil Collins, o la elegancia clásica de Whitney Houston.

Clasiqueros son un caso de particular interés. Grupo coral nacido en las calles de Buenos Aires, los siete miembros de la banda, seis chicos y la cantante Rosana, consiguen algo que parecia imposible, aunar de forma natural los rirmos latinos con los grandes éxitos del pop de los 80, enun estilo que ellos mismos bautizaron como Dance Latino.

Su, por el momento, único album, Clasiqueros, hibrida con sólidez y evidente desparpajo hits de Modern Talking, Madonna, ELO o Baltimora entre otros. Todos ellos con el inconfundible sello Clasiqueros, mezcla de cumbia, reguetón y pop refrescante.


Del conjunto, mí selección personal debería iniciarse con No Te Pertenece, la inaudita versión de Brother Louie. Si Modern Talking ofrecia la sonoridad fría y tecnologica propia del pop germánico, Clasiqueros arranca el tema con una cadencia rítmica más lenta y sensual, toda una declaración de principios, apoyada por unas letras que se adaptan como un guante a la propuesta del gupo.



Sin embargo, debo confesar que su Chery Chery Lady me deja frío. El uso de la flauta de pan como sustituto de la Roland 3000 es un acierto, pero el resto del tema no encuentra el equilibrio entre lo bailable y la raíz que sí brilla en otras versiones.


Versiones como Tarzan Boy, una relectura estimulante y muy cálida del hit italiano que, ahora sí, pulsa las teclas correctas en forma y contenido. De alguna manera, Tarzan Boy es el mejor resumen del sonido Clasiquero. Letras nostalgicas y con un punto amargo, bien compensadas por un indomable espíritu de diversión.
Tarzan Boy nos enseña a seguir adelante frente a la adversidad, a creer en nuestras posibilidades y a luchar por aquello en lo que creemos. Un mensaje potente, profundamente humano e inspirador.